callejera
Caminaba como si tuviera un coño enorme entre las piernas. Me recordaba a Penélope Cruz en Jamón, Jamón. Era como una invitación silenciosa. Inocente. Indecorosa. Que se agota antes de poder aceptarla. Un día dejé de verla. La sombra de sus caderas no detuvo más su vuelo frente mi. ¿Se habrá mudado? ¿Quizá en uno de mis días libres? ¿En un cambio de turno? Puede que no la vuelva a ver, ni a ella ni a su silueta recortada contra la acera. Puede que jamás hubiera reunido el valor suficiente para cruzar la calle, la distancia que nos separaba, oler su pelo... cruzar la calle. Empecé a caminar por toda la ciudad. Paseos, me decía. Salgo a pasear. Sólo que salía a buscarla. Solo. Caminar me convirtió en otra persona. Un atleta urbano. Caminar me convirtió. Logré entenderla. A ella. A la ciudad. A su forma de caminar inocente e indecorosa, como una invitación en silencio que se agota antes de poder aceptarla.
3 comentarios:
De eso hablas cuando hablas de pasear, ¿eh?
Me suena que se trataba de un travesti, con persón.
Delicioso!
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