el príncipe
Con cierta frecuencia, cada mes y medio, cada dos meses, aparecía por la librería. Iba resuelto y decidido a la misma estantería. Allí, como siempre, le esperaba un ejemplar en edición de bolsillo de El Principito. En cada ocasión, pedía un bolígrafo prestado a la cajera, para escribir una dedicatoria, lo pagaba y preguntaba si era posible que se lo empaquetaran para regalo. A veces incluso se llevaba dos. Entre las empleadas de la librería lo llamaban cariñosamente El Principito, no sólo por lo educado y amable, sino por su curiosa manía de comprar siempre el mismo libro. El dueño de la librería, se ocupaba personalmente, todos los meses, de que no faltara un ejemplar para su cliente preferido. Un día, no pudiendo contener su curiosidad, una de las empleadas le preguntó el por qué de sus hábitos. Él la sondeó con una mirada. Se tomó su tiempo antes de contestar con voz de galán de telenovela: Verás, dijo, cada vez que conozco a una chica que tiene posibilidades le regalo mi libro favorito, para que me conozca mejor...
5 comentarios:
Será un chico digno de conocer, si su libro favorito es el Principito ;D
Uy, no sé que decirte. Este era hombre de un solo libro y de muchas mujeres...
Ovni....Es una historia buenísima.... ;)
Muy bueno!! me encanta!
Q bonitooooooooo!! Esa vanidad le daba seguro un halo real q lo distinguía de los demás mujeriegos.
Publicar un comentario