29.5.10

el samaritano

el samaritano (12)

Esa noche estaba un poco menos borracho que de costumbre. Había llegado quizá a ese punto en la relación con la botella en que las promesas pierden intensidad y las necesidades ya no son atendidas con tanta premura. Así pues, aún bebiendo la misma cantidad, y de la misma manera, no había llegado al punto que él más disfrutaba. Cuando no veía, ni sentía nada. Quizá había llegado ya a ese punto en la relación con la botella en la que la rutina era predecible. Esa noche, aún estando borracho, no lo estaba lo suficiente para no oír lo que sucedía en la casa más allá. Eran las dos únicas viviendas de unas desaliñadas afueras. Con su vecina mantenía una estricta política de saludos consistentes en un ligero movimiento de cabeza, cuando tenían la embarazosa mala suerte de encontrarse. Se notaba a leguas que ella era también de las que prefería jugar en solitario. Oyó el ruido de los frenos al morder el asfalto. Oyó los pasos precipitados. Oyó los golpes en la puerta. Casi pudo oír el estruendoso ruido de su miedo. Los latidos de sangre retumbando en su cabeza. O quizá eran los suyos. Podía fingir que todo era una alucinación derivada del alcohol. A sus maltratadas neuronas les correspondía decidir continuar bebiendo, o salir...Qué pereza. Y qué frío. Mala noche para hacer de buen samaritano.

1 comentario:

si, bwana dijo...

Le espera una buena resaca al caballero...

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Gracias Pero No Gracias por Ornelia Cabrera se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.