My right to be faboulous
Le dio un beso a la entrada. Oficiaba como anfitrión. El papel lo incomodaba. Trataba a todo el mundo con cartesiana cortesía, nada acorde con su talante natural. Ella entró llena de luz. Él le dijo exactamente lo que a todos: "Me alegro de verte. Gracias por venir". Se inclinó para darle el utilitario beso en la mejilla, su pelo trasmitía la misma frescura que su mirada. "Esta chica viene limpia y no tiene que ver con la cantidad de veces que se haya duchado hoy."
Hubiera seguido meditando el asunto un segundo o dos más, pero la orden de volver inmediatamente a sus invitados vino dada en forma de penetrante perfume que le amonestaba desde su lado derecho.
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