29.2.12

North

norte
Dicen que lo que la mato fue el rock and roll. Escuchaba esa canción de Phoenix, "North", totalmente acústica, excepto por el aullido de los lobos. Dicen que en el momento de saltar por el tejado también aullaba. Era por la tarde, no podía aullar a la luna.
"Asesinada por el rock and roll", le hubiera encantado ese titular de periódico. Se hubiera reído muchísimo. En sus buenos tiempos. De esos que últimamente eran mas escasos.
Sin embargo, otros noticiarios, no queriendo pecar de superficiales, trataron de profundizar en el misterio de las circunstancias. Llegaron al "ashram" y la visión de tanta túnica naranja hizo que la epidermis de sus conciencias quedara silenciada. Sin siquiera hablar con la gente que allí oraba, decretaron su culpabilidad. Como si de un sorteo se tratara. Un premio sin ganador que posa su vuelo en el hombro del primer ¿afortunado? viandante. El titular mejoro al menos un poco: "La mujer que aullaba estaba en una secta".
Y así, aullando, siguió tras su muerte, al menos hasta que los buitres encontraron otro cadáver del que hacer despojos su rapiña. ¿Quien era ella? No encontrarían la respuesta en los periódicos. Nadie contesta esas preguntas, ni siquiera los espejos de los gurus devuelven tales certezas.
No digo que saltar por un tejado no sea una acción de lo mas extrema. No. No voy a negar lo obvio. Es solo que hay determinado tipo de personas. Y cuando digo esto también hay que decir que hay determinado tipo de canciones. Y unas activan en otras ciertas sensaciones. Y es cierto que la música es peligrosa. Todo el mundo lo sabe. Decían los pitagóricos que la música eran los sonidos de las esferas, de los planetas al rodar por el Universo. Tan solo eso. Ni tan poco. Asi de fuerte. Los chinos creían que los humores podían corregirse por medio de entonaciones. Y a quien no le afecta el sonido de una canción antigua que te transporta al verano en que te enamoraste por vez primera. No. Nadie puede negar el poder que las notas, escalas, acordes ejercen en nuestro cerebro, en nuestra piel, en nuestros oídos indefensos. No se trata de eso.
Es que determinado tipo de canciones afectan mas a determinado tipo de personas. Y aquí es donde entra en juego la casualidad o la causalidad. Ella era la bala que había de matarla. Aunque nadie supiera que iba a apretar el gatillo, al pulsar la tecla de play de un iPod normal y corriente. No digo con esto que tirarse por un tejado no sea una acción llena de radicalismo.
Solo digo que algunas canciones provocan las ganas de volar. No es suficiente con correr, saltar o bailar hasta caer de agotamiento. No. Quiero decir volar. Y hay personas incapaces de ser detenidas por cuestiones triviales tipo la ley de la gravedad.

1 comentario:

Cristo dijo...

Gracias amiga por estar tan cerca estando tan lejos, me encantó verte en televisión..y es mi amiga decía yo. que ganas tengo de verte, charlar y pasear contigo.Te quiero amiga

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Gracias Pero No Gracias por Ornelia Cabrera se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.