14.2.12

Mi hermano

mi hermano
llego a mi vida cuando yo estaba a tres meses de cumplir ocho años. Todos dicen que a partir de entonces se opero en mi un cambio de carácter, enseguida me examinaron en busca de síntomas de celos, pero yo no podía estar mas contenta.
Y eso que su entrada triunfal en escena no pudo ser mas amenazante para mi, pues inoportuno eligió la fecha en que por primera vez me aventuraba yo a pasar un fin de semana entero fuera de casa, del ámbito familiar. Era la primera vez que salía de acampada. Mal no es que lo pasara, lo pase fatal. Tímida y acostumbrada como yo estaba a mi casa y a mi madre y a mi abuela, no pude mas que tragarme las lagrimas para no montar una escena, que por vergüenza no patalee para que me llevaran de vuelta, no porque me faltaran las ganas de volver. El ultimo día, ese que siempre es el mejor cuando uno esta donde no quiere estar, hicimos unas cometas preciosas, en lo que se preparaba una gran comida, que disfrutaríamos junto a los padres que nos vendrían a recoger...pasaron las horas y mi cometa seguía en el aire y yo sin almorzar, hasta que, dramática como ya era, me senté en una piedra con la mirada perdida, pensando que si mis padres no me querían debería irme a vivir con mi abuela, o con mi tía Juana... Y ya, como a las tres o a las cuatro de la tarde, apareció mi padre, diciendome que le perdonara el retraso, pero es que vino tu hermano, así, sin avisar, como si ya tuviera veinte años y hubiera venido de sorpresa por el fin de semana... No me digas que cualquiera no hubiera empezado medio resentido, teniendo en cuenta la primera impresión...
No. Mi madre un día me pregunto, como quien no quiere la cosa, que que me parecería a mi si teníamos un hermanito, como si en mano mía estuviera la decisión... Yo, que ya después de una vida de ocho años de hija única no me esperaba el milagro, no podía esperar ni un segundo mas, pensando que lo tendría por ahí escondido, como si fuera un regalo.
Y eso es lo que fue para mi mi hermano. Un regalo. Cuando el llego yo ya nunca mas estuve sola. Tenía a alguien, chinijo, que se parecía a mi, que tenía los mismos, en el mismo orden, apellidos que yo. Que compartía conmigo el olor de la casa los sábados por la mañana. Desafortunadamente ocho años se notan, especialmente cuando me fui, yo pensando que ya era casi una mujer y el era solo un niño. Así que el se crió también casi como hijo único. Afortunadamente, los años nos liman a todos los bordes y pasado un tiempo, las diferencias no eran tantas y un día me encontré con mi hermano y de repente era mi mejor amigo. Compartíamos los recuerdos de una casa, para cada uno distinta, seguíamos teniendo los mismos apellidos y, según que día, hasta una pinta parecida, y sin caer en sensiblerías de sangre que no me gustan, cuando por algún motivo la soledad me buscaba, caía en la cuenta, con infinito alivio, pero bueno, como voy a estar sola, si yo tengo un HERMANO.

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