26.9.11

punto ciego

punto ciego
No le gusta el chocolate. Su madre los abandonó cuando él tenía dos años. A él y a sus hermanos. Pero de la manera en que habla, mejor dicho, que no habla de ello, ves enseguida que se lo tomó como un asunto exclusivamente personal. La noche antes de irse, compró muchas golosinas que depositó en una gran cesta de mimbre, una de esas que se utilizan para todo, tanto para transportar fruta como flores, así como para hacer ofrendas a los LUAS de cabecera. Ella sabía que se iría al día siguiente. Imagino su dolor, aún así, pese a todas las futuras lágrimas, esa noche quiso darles una última fiesta... A él no le gusta el chocolate. No sé cuánta proporción de cacao habría en aquella cesta. Tampoco sé por qué tuvo que irse la mujer, ni por qué nunca pudo volver. Él nunca ha querido preguntarle. Tampoco yo le pregunto a él. Todo esto lo sé por otros. Nadie habla de los propios fantasmas, no hay que molestarlos, no aferrarlos, hay que dejarlos en paz, no vaya a ser, que de pasada, de tanto mirar atrás, a uno de esos fantasmas le diera por querer quedarse a vivir en esa esquina del ojo,la misma que algunos llaman punto ciego.

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Gracias Pero No Gracias por Ornelia Cabrera se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.