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La vida no espera. Alguien decia eso siempre y mi parsimonia habitual se ofendia con las prisas. Y ahora, en medio del fulgor que sigue siempre a las desgracias descomunales, normalmente ajenas, casi siempre ajenas, de esas que pasan lejos, en lugares remotos. Llegas y te sientes parte, aunque no entiendas nada. Quisieras quedarte, aunque no sepas bien para que. Solo te guia la vaga promesa de encontrarte por fin con eso que no espera dentro de ti.
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