8.11.09

los puentes

puentes como liebres
Pasaba bajo un puente de Londres. Iba en el coche de la pasajera que se sentó por casualidad a su lado en el vuelo. Y eso que no solía hablar nunca con nadie en los aviones. Quizá esa vez por los nervios, por la exitación de enfrentarse a lo desconocido, no podía quedarse callada. Necesitaba hablar, aunque fuera de nada. Coincidió que la dirección de unos amigos, de otros amigos que llevaba como única referencia, era casualmente, al lado de donde vivía esta buena mujer, que se ofreció a llevarla. Para que luego digan que en las grandes ciudades la gente va sólo a lo suyo. Así que diez minutos después de salir de la gran ciudad que es en sí mismo el aeropuerto de Gatwick, se encontraba cómodamente sentada en un coche desconocido, agradeciendo su suerte, rumbo a la otra gran ciudad desconocida. Él estaba allí de pie, sobre el puente, con la mirada perdida hasta que la fijó en ella. Ella no pudo evitar perderse en aquellos ojos sin parpadear. Fue cosa de un segundo. Pasados los años, no recuerda el motivo que la impulsó a ese viaje relámpago. Pero se acuerda aún de alguien sin rostro con el que su mirada se tropezó en un puente que ninguno de los dos pudo llegar a cruzar.

2 comentarios:

Caroline. dijo...

Me pican los ojos. Me habré leido como... 40 entradas seguidas. Ahg! Pero qué bien escribes! Cómo me gusta tu blog!
Lo siento, pero aquí me quedo. Seré una lectora más, ávida de nuevos comentarios, nuevas críticas a las películas, nuevas anécdotas, fotos que tuvieron sentido alguna vez...
Un saludo, y que te vaya bien.

Ornelia dijo...

Muchas gracias, Caroline.

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Gracias Pero No Gracias por Ornelia Cabrera se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.