17.4.09

dafne

antes que nada
He de aclarar que esto ocurrió cuando nadie tenía teléfono móvil, ni email. Antes del euro. Cuando las pesetas eran perras y nunca estabas sin un céntimo, sino sin un duro.
Llevábamos un poco menos de un año juntos cuando supe que había algo que no terminaba de marchar: Éramos incapaces de divisar la frontera en que su yo se separaba del mío. Decidió ir a buscarse a Londres. Yo por mi parte, me fui a pasar el síndrome de abstinencia al sur de Francia, entre Burdeos y Cognac... No llevaba mucho tiempo allí, cuando empezaron a llegarme cartas suyas. Me echaba de menos. Pero había algo más. Me asusté. Sin pensarlo mucho, recogí mi mochila, con mis escasas treinta mil pesetas en el bolsillo, dispuesta a encontrarle en la última dirección de su carta. Por su puesto al llegar allí no sabían dónde podía estar. Recorrí todos los lugares probables, los improbables, acabando en los inverosímiles. Me obligué a respirar cerca de la Estación Victoria. Mi reflejo me miraba desde el otro lado del escaparte de una librería de arte. Escapando de un libro, Dafne se metamorfoseaba en árbol al ver a Apolo. Me di la vuelta y allí estaba él. Ahora era yo la que se había quedado plantada en el sitio, como un cerezo, sin poder abrir la boca, sin poder mover mis ramas hacia donde él estaba. Pasaron tres segundos como tres años y me vió...
Mucho más tarde, alguno de los dos, no recuerdo cuál, diría: Si vieras una escena como esta en una película, no la creerías, pensarías qué pastel, con lo grande que es Londres.

1 comentario:

zacharias dijo...

cuándo fue la última vez que te perdí?
la última que me encontré?
no corrías tras de mí, no
apenas un rumor
en la ciudad anegada.

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Gracias Pero No Gracias por Ornelia Cabrera se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.