manías
Tengo una mesa. La compré para tener un sitio en que escribir. No tiene cuatro patas, sino una base que se junta simulando un elemento vegetal. Es redonda. Es negra. Es bonita. Me he sentado a su lado dos veces. No sé para qué compro nada nuevo, si hasta que no se hace viejo no me gusta usarlo.
2 comentarios:
Padezco de lo mismo, por eso soy un animal de rastros de gran ciudad y tiendas de segunda mano. No hay nada más emocionante que estrenar algo viejo que por lo general tiene una historia que jamás sabrás y qué te pasarás la vida recreando una y otra vez con tu imaginación.
Las cosas nuevas carecen de personalidad.
Un beso.
Será que las cosas viejas guardan algo de las personas. Recuerdos, tactos, horas que no regresan. Costumbre.
Publicar un comentario