19.3.09

conversaciones con mario

el cartero
-Hacía tiempo que no encontraba cartas de amor en el buzón, sólo alguna factura y publicidad. Hacía tiempo que no encontraba poemas por la calle, sólo listas de la compra tachadas y alguna tarea infantil extraviada. No me llegaban postales de sitios paradisiacos, ni siquiera era ya capaz de situarlos en los mapas. El día que comprendí que ya no esperaba ninguna palabra dirigida a hacer bombear sangre a mi corazón, decidí poner cartas en el asunto: salía fuera, colocaba dibujos, haikus, dosis de amabilidad en los parabrisas, en los buzones, incluso en los tendederos ajenos. Los dueños podían creer que eran multas, que eran anuncios, quizá sorprendiera a alguno, quizá alguien se acordara de alguien...
Todo esto le contaba una mañana, con la taza de café humeante en la mano, Lucas a Mario, su gato. Como siempre, Mario, no le hacía ni caso.

4 comentarios:

Frangarod dijo...

¡Qué gato tan desconsiderado! ¡Menos mal que no todos los bigotudos somos iguales!

Ornelia Cabrera dijo...

Hay mucho mal entendido con respecto a los gatos: lo que pasa es que hay gatos de todos los colores y formas de ser. Yo siempre he tenido gato-perros, de los que vienena dar contigo para que les rasques la barriga (será por mi educación). En este caso, Mario, antes era un perro, pero a la historia le venía mejor un gato, así que cambió...

Anónimo dijo...

Que bueno...

todos hablamos con nuestro gato-perro alguna vez: menos mal que, como norma general, no nos hacen ni puto caso.

Ornelia dijo...

El oráculo de la autopista recomienda esta semana : "DÍSELO".


Ahí queda eso, chicos.

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