23.12.08

estatua de sal

estatua de sal
Se despertó aterrorizada. Estaba de pie, de puntillas, haciendo equilibrios para no caerse. Estaba muy alto, ella que siempre tuvo vértigo. Era un espacio mínimo en el que había de luchar por no dejarse balancear por el viento. Ni por sus piernas cansadas.
Las palomas la acechaban amenazantes. Buscaban no sólo dónde pararse a descansar, donde hacerse arrumacos como tórtolas, sino lo que es peor, dejar su cara como la de las estatuas de las plazas.
¿Cómo había llegado a ese punto? Ella, que se veía a sí misma como un ídolo de pies de barro, de repente estaba en un pedestal. Nunca se había sentido tan sola. Cuando te convierten en una estrella inalcanzable, la gente proyecta en ti sus deseos, pero tú sólo sigues tu propio destello.

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Gracias Pero No Gracias por Ornelia Cabrera se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.