CENICIENTA SIN ZAPATOS DE CRISTAL
Perdonen que no me levante...Romperé alguna regla protocolaria, lo sé, pero el agotamiento me puede. De más, qué más da si meto la pata, al fin y al cabo, estas piernas sólo han sido educadas en el noble arte de salir por idem.
Ya sé que mi discurso es fácil, palabras plagadas de muletillas. Es que estoy harta. Sólo con ganas de dar patadas. Aquí aparco la carroza. Bajo la lluvia tiro los tacones que oprimen mis emociones peatonales primarias. En este callejón discreto, a salvo de miradas, me siento a descansar. Demasiadas horas de pie, excesiva parafernalia, si yo sólo quería...qué sé yo lo que quería...
No me ando por las ramas si digo que los zapatos de la nobleza no son tan simpáticos como creyera antaño. No son cómodos, no están hechos par correr libres en tanta caminata urbana. Se usan una vez y luego se subastan para fetichistas de la monarquía.
En fin, se me hace tarde, supongo que debo volver. Eso si, esta vez descalza. Voy a rebelarme ante la tiranía de un calzado diseñado en mazmorras como elemento de tortura.
Firmado por el gordo dedo republicano del pie derecho de Letizia
3 comentarios:
Parece que la cosa va últimamente de huídas, princesas y zapatos...Con lo que yo he sido.
Tramoyistas del absurdo, buscadme entre los zancudos, que en este circo se me atraganta la hipérbole, ante la visión de tanto emperador desnudo.
siempre he preferido la piel...
el cristal es frágil y la piel elástica
siempre me ha gustado andar descalzo
no quiero echar de menos el ruido de tus tacones en el pasillo
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