Quizá le ofenda que le contradiga o me queje de minucias como éstas. Con los problemas que tiene el mundo, con los problemas que tiene el Hombre...Quizá crea que mi papel en la película de la vida debiera ser secundario, la que ríe las gracias, la que admira. Incluso, según la generosidad de algún autor, puedo llegar a aspirar a ser un espejo mágico, como el de la madrastra aquélla, una respuesta a los grandes interrogantes del universo... Del héroe, para usted siempre son héroes.Para opositar a heroína tienes que ser una droga.
Según su criterio, las mujeres somos estereotipos, la santa, la puta, la bruja...eso con suerte, las literables. El resto, somos el icono en la puerta de los baños, una masa genérica, el hombre con faldas. Una pena. Esta cerrazón de miras, un poco anticuada. Propias de privilegios de varón blanco, heterosexual. Y es tan cansado renunciar a los privilegios, especialmente si uno no sabe que los tiene. Hace falta empatía. Para ponerse en la piel del otro (de la otra). Imaginar qué se siente al ver tus opiniones ignoradas una y otra vez, mientras te miran las tetas, por ejemplo, (algo cotidiano, que tanto afecta a dependientas como a escritoras).
Y, el caso, es que me cae bien, será por eso que me da pena que esté aquejado de esta ceguera parcial, sincera, a pesar de todo, probablemente sin malicia, aunque a mi me resulte odiosa. Que en este destripar el mundo en dos, a mi me deje fuera por cojones. O por carecer de ellos (al menos de los que cuelgan).
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