18.2.09

el acechador

the lurker
Al nacer la llamaron Juana en honor a una tía de su madre que la había criado como su abuela. A medida que fue escalando peldaños dentro de su empresa, tras varios años de estudios en EEUU, lo cambió por Joanna. Se trataba de causar una impresión y Juana sólo invocaba antecedentes proletarios. Era la encarnación del buen gusto. Del éxito hecho a sí mismo. Allí, parada en mitad del pasillo del avión. El vuelo llevaba ya varias horas y había ido al baño, más que por necesidad, para poder estirar las piernas. Encontró a alguien que hacía mucho tiempo que no veía, alguien que no viajaba en primera clase, como ella. Como le pasaba siempre que se ponía nerviosa, levantó la voz un poco más de lo habitual. Estaba dando su número de teléfono a esa persona de su pasado. No sabía que dos filas más allá alguien más apuntaba también ese mismo número de teléfono. Juana, quiero decir Joanna, no sería consciente hasta tiempo después de la pesadilla que le venía encima. La voz de la auxiliar de vuelo avisa de turbulencias. Hay que regresar a su asiento y abrocharse el cinturón de seguridad. Se despide. Avanza por el pasillo como una gacela, con una elegancia natural que no se aprende donde hizo todos esos másters. Dos filas más allá, unos ojos depredadores no perdían detalle.

No hay comentarios:

Licencia Creative Commons
Gracias Pero No Gracias por Ornelia Cabrera se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.