11.12.08

el trasplante

el trasplante
No quería volver a oír nunca más la suerte que había tenido. Durante un año y medio, cada persona que asomaba la nariz por la puerta de su habitación de hospital, carraspeaba primero, demudaba la cara de circunstancias luego, y acto seguido, echaba mano del tópico: Has tenido mucha suerte, tío.
Él no decía nada. Al principio por mero aturdimiento. Después por cortesía. En algún momento por compasión ante la incomodidad de sus visitantes. Había aprendido a reconocerse entre los restos de lo que quedaba de alguien parecido a lo que había sido. Había aprendido a superar el anhelo de lo perdido. El terror que sentía ante la llamada de sus miembros fantasmas. La inquietud que le producía cargar con partes de su cuerpo prestadas, que habiendo nacido en otra persona, sobrevivían ahora en él, y él con ellas. Como un huésped que se alimenta de sus parásitos.
Al sol, después de tantos meses de internamiento, era consciente de ser un conjunto de piezas de recambio que, a pesar de todo, funcionaban bien juntas. Respiró hondo y se dijo: Puede que igual sí sea verdad que he tenido mucha suerte.

No hay comentarios:

Licencia Creative Commons
Gracias Pero No Gracias por Ornelia Cabrera se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.