the big sleep
Ella era la bala que había de matarlo. Ninguno de los dos lo sabía aún. En eso reside el sentido del humor del Destino. Sólo necesitaba que alguien apretara el gatillo. La pistola ya estaba cargada, cuando en aquel momento y en aquel lugar, ¿por casualidad? sus miradas vararon cada una en el puerto de la otra
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